Las generaciones continúan adaptándose constantemente a un tiempo y espacio diferentes, nos damos cuenta de ello en especial cuando emergen nuevas tendencias que permiten (re)conocer a los distintos tipos de personas en el mundo compartiendo un mismo lugar. Una “nueva” propuesta en la industria del entretenimiento, que ya ha comenzado a causar gran polémica por su incesante proliferación, son los remakes.
El remake de Ranma 1/2 — a colación de ello echa un ojito acá: ¿Por qué Ranma 1/2 es realmente importante de ver en este mes del Pride Month? — es una de las nuevas entregas que se acaban de anunciar, sin embargo, hay muchísimos más. También esperamos el nuevo Devil May Cry —checa detalles aquí Devil May Cry podría ser el nuevo éxito de anime de Netflix — , la reciente entrega de The Spice and Wolf — ¿Qué hay detrás de Spice and Wolf? Conoce los orígenes del nuevo slice of life que se llevará las miradas en esta primavera — y Bartender: Glass of God — ¿Qué es Bartender: Glass of God y por qué es un must de la temporada?—.
Por otro lado, el remake de Devilman Crybaby (2018) fue bastante aplaudido desde su lanzamiento. Así que, ahora tenemos las primeras adaptaciones y las nuevas.
Las originales tienen como talón de Aquiles ser “las anteriores” y ahora regresan de entre la bruma del pasado. Y es que, la animación se optimiza a cada segundo, ya casi todo es historia tras su debut, pero en la animación se nota particularmente por la calidad de las imágenes, los colores y el movimiento. Por otro lado, algunos valores, humores y experiencias, no sólo han dejado de ser aceptadas pasivamente, hay algunas situaciones que son canceladas en su totalidad, aunque, sí que depende del título y de sus características.
No obstante, ¿qué sucede cuando el pasado y la memoria trasmutan y se convierten en un recuerdo en otro nivel: los remakes? En éstos se aúnan a múltiples otros momentos de la vida y nos legan un nuevo lienzo en el que se preserva una experiencia con diferentes matices, y lejos de ser una elección individual, es claro que los remakes toman espacio en la selección de contenido y limitan la producción de nuevas propuestas —de una u otra forma—, debido a ello, el reclamo ante el bombardeo de los remakes ya se expone en los medios. A continuación elaboramos un poco más a detalle, porque pese a ser “sólo contenido de entretenimiento”, tiene más injerencia en nuestra vida cotidiana de la que solemos pensar, y con buenos motivos. ¿Cómo es que nuestra vida gira en torno a nuestro tiempo de ocio? Casi imperdonable en esta era capitalista, pero a la vez, es una especie de resistencia ante el sistema.
En este tiempo en el que vivimos, el bombardeo de información nueva es intenso, la comunicación y la fragmentación del yo en tiempo y espacio es violenta —todas nuestras redes sociales, su rapidez y caducidad— , sin embargo, ante tanto caos, el aquí y el ahora persisten, y el regresar a lo apacible de lo que ya conocemos es, por momentos, hasta necesario, a colación de ello, ¿es esto lo que hace tan seductor el “regresar” a títulos “viejitos” pero desde una nueva arista?
Nada puede proyectar mejor el caos de la modernidad que los remakes, en los que se apuesta por enfrentar el pasado y el presente de una forma escabrosa: regresar en formato HD. Evitar la ansiedad de pensar en el futuro, esquivar estar despiertos y reflexionar acerca del ahora. ¿Qué sientes ahora? ¿Cómo estás? ¿Cómo vas a resolver lo que te abruma? Nah, mejor ver un remake… O quizá una secuela del contenido que ya amas.
El presente es un concepto casi ilusorio, basta un momento y todo quedó en el olvido. Si bien es poco saludable no virar hacia los diferentes parámetros del tiempo, aferrarse al pasado es complicado, suele direccionar a la decepción —ya jamás te encontrarás en él— y podría limitarte bastante, a final de cuentas, vivir el pasado es cíclico y no brinda más caminos, es inamovible.
El pasado se une a la memoria que no existe, el recuerdo se crea a partir de lo que deseas/necesitas del pasado, mencionan por ahí, así que de alguna manera logramos manipular el tiempo filtrándolo según nuestras necesidades, no que esté mal, o que siempre/sólo sea mentira, pero tengámoslo en cuanta cuando nos abrume la nostalgia o melancolía.
La polémica de los remakes
Lo bueno de tener remakes
Los remakes pueden tener consecuencias positivas en algunos escenarios. El primero es que, por ejemplo, si a ti no te gusta la animación viejita, es seguro que solo verás una obra clásica si se le hace un remake, si no, seguramente la evitarás por tiempo indefinido.
Hay obras que vale la pena apreciar y si un remake genera más disposición para que nuevas personas la consuman, considero que es favorable para la obra en cuestión. Sin embargo, siempre hay matices al respecto ya que, a final de cuentas no estás viendo “la entrega clásica” que seguramente tendrá la suyo —como bien mencionamos por acá en nuestro Top 5 Remakes que lo hicieron bien—.
No obstante, tampoco debemos aferrarnos, si bien es probable que la obra original sea “mejor” —todo depende de la perspectiva de las personas y del caso en cuestión—, recordemos que una nueva adaptación es, a su vez, una nueva perspectiva que proyecta otras ideas. Es natural que no sea completamente igual, en teoría se busca que no lo sea.
Los remakes son buenos desde la perspectiva de que refrescan las obras y abren camino para que nuevas personas las aprecien. La apertura a nuevos horizontes es lo positivo de los remakes que se presentan para nuevas audiencias y que nos permiten ver los cambios a los que se somete la obra para mantenerse en el nuevo contexto. De hecho, si bien el remake puede captar de inmediato la atención de la audiencia que vio la entrega original, también, como espada de doble filo, intenta alcanzar a las nuevas generaciones.
De esta manera, se proyecta una entrega reconfigurada para un nuevo sector, necesita ganar espectadores, ya tiene asegurados a los fanáticos anteriores, que se ven obligados a aceptar la nueva propuesta, pese a que tenga modificaciones que no les parezcan del todo, ya adoran a la obra y pueden aceptar que la propuesta ahora se adapte a la modernidad —refiriendo a la reconfiguración de valores de la sociedad contemporánea: se alinea a las nuevas ideologías, a las correcciones políticas—.
Ha sucedido en más de una ocasión, que los remakes son censurados porque hay elementos que ya no son viables para las nuevas audiencias que han reconfigurado las normalidades y las condiciones de lo que es aceptado y lo que no.
Los remakes nos dejan ver los cambios en la sociedad y también quedan como registro de lo previo. Desde esta perspectiva también es interesante generarlos.
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Lo oscuro y terrible de ver remakes: ante el capitalismo devorador
Los remakes reviven las obras —de cierta manera—, pueden mejorar/replantear detalles que en principio se piensan distintos, así que hay puntos positivos: optimizar los títulos. Sin embargo, parte de la polémica de los remakes es otra faceta: la recepción que se aferra a su obra.
¿Qué implica ver un remake? Varias cosas y no todas son amables ni agradables. Sólo piénsalo un poco y te darás cuenta de qué te digo. Ver un remake o un título en bucle crea un tiempo-espacio lleno de confort, no es que eso sea algo negativo, pero sí es un momento de adormecimiento en el que las personas podemos ver algo que ya sabemos que nos gusta y de qué va: no hay sorpresa y tampoco precisa “estar” realmente ahí.
Los remakes generan un poco de esto, a final de cuentas, volvemos a un espacio seguro que amamos, y esto no nos supone ningún esfuerzo, que, por otro lado sí implica ver y aprender de un nuevo contenido. Podemos correr al espacio del remake para olvidar un poco el mundo. Olvidarnos de que estamos aquí y abrazar una especie de pasado encapsulado bastante vacío.
Por otro lado, los remakes también hacen un llamado al pasado, al idealizado, y a lo que conecta con este tiempo deteriorado y fantasioso. La industria puede aprovechar siempre estos sentimientos, invitando al espectador a aferrarse aún más, crea nuevos artículos que evitan que se suelten los títulos.
La principal audiencia de los remake, son personas que tienen un vínculo establecido con la entrega desde su orígenes, tras pasar los años, ahora en la adultez cuando regresan sus series, juegos, obras en general, tienen algo de capital adquisitivo para adquirir sus productos, quizá cosas que siempre añoraron pero no pudieron tener en la infancia.
Desde esta perspectiva, los remakes aprovechan todo, desde el hueco del recuerdo infantil —de las generaciones pasadas— hasta la tendencia —para las generaciones más jóvenes— y generan todo un ecosistema de transacciones para la misma obra —figuras, nuevas ediciones en formato físico, apertura a secuelas, croosover, ropa, zapatos…—.
Además de ver la entrega como tal, también se apela a múltiples mercancías de añoranza por el pasado, por el remake, pero que se restablece y se escurre hasta el presente, ostentando un nuevo tiempo y a todo aquello que está vinculado.
De esta manera, los remakes nos permiten mantenernos en el mismo lugar de siempre: adormecidos, y también nos generan mayor aprehensión por el pasado y por nuestra zona de confort y encima, nos persiguen los productos de las mismas franquicias.
Desde esta perspectiva, los remakes pueden llegar a ser poco saludables. Por un momento está bien, mantenernos en un lugar seguro, pero quedarse para siempre ahí podría afectar por completo tu visión del mundo, los nuevos contenidos se producen por una razón, también comunican/proyectan el presente, abraza el pasado, pero regula tu tiempo, vive tu presente y ten esperanza por el futuro, pese a que no lo parezca, existe.
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