El Xokas lo hizo de nuevo… no porque el streamer de Twitch volviera a romper algún récord, sino porque nuevamente fue tendencia por algo que dijo y que despertó conversaciones interesantes sobre la cultura de la violación, pero también de aquello que ya conocemos como “funas” en Twitter y otras redes sociales.
Primero vayamos con el contexto: ¿qué fue lo que dijo el Xokas? Pues esto:
“Yo tengo colegas que no beben y que eran así de ir a ligar con las pibas y que además se divertían mucho llevándose a pibas que estaban colocadas. Para él [su colega] era muy fácil ligar, porque, claro, una tía que generalmente te vería como un cuatro te ve como un siete […], entonces es mucho más fácil, encima tú estás sereno, mides perfectamente tus palabras, chupao […]. A tomar por el culo, salía a ligar, salía con nosotros y se iba con una piba siempre. Un crack, un fuera de serie, de puto pro. Es que esto… A río revuelto, ganancia de pescadores”
De inmediato, el mensaje levantó muchas voces en Internet, que se pronunciaron directamente en contra de lo dicho, puesto que constituye de muchas formas un tipo de delito, que está tipificado en casi todo el mundo y tanto en España como en México.
Sin embargo, el streamer salió a defenderse asegurando que al cuestionar sus palabras, se le estaba llamando violador a uno de sus amigos por “no beber”, no por aquello que hace mientras está de fiesta con las mujeres que se encuentran en estado de ebriedad y bajo efectos que la ley no establece como los propios para dar consentimiento.
Sin embargo, el problema va mucho más allá de eso y tiene que ver (cómo no) con elementos culturales en la socialización humana, en un término que se ha acuñado como “cultura de la violación”, que responde justamente a maquillar elementos problemáticos de la forma en que el abuso sucede, ya sea mediante mecanismos violentos o no.
Dentro del marco legal mexicano, se establece el acto de abuso sexual en el Artículo 260 constitucional como:
“Al que sin el consentimiento de una persona y sin el propósito de llegar a la cópula, ejecute en ella un acto sexual o la obligue a ejecutarlo, se le impondrá pena de seis meses a cuatro años de prisión. Si se hiciere uso de la violencia física o moral, el mínimo y el máximo de la pena se aumentarán hasta en una mitad”
Sin embargo, queda aquí sin resolverse el punto del consentimiento que es donde tanto el Xokas como la opinión pública tienen puesta la discusión. ¿Se puede considerar que una persona alcoholizada está en disposición de otorgar su consentimiento?
Dentro de las definiciones que se le dan a este término, encontramos la del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en la que se establece como:
“La conformidad de una persona que actúa individualmente; que expresa su voluntad válidamente. Es decir, de manera inteligente y libre, sin existir error, violencia, dolo o engaño”.
Y aquí es donde se pone en entredicho la aseveración del Xokas, que asegura que juzgó su declaración por hablar de un amigo abstemio, cuando lo criticable es enteramente la forma en que se ve la oportunidad de “ligar” con una mujer que se encuentra alcoholizada porque es “más fácil”. Es decir, es más fácil burlar la barrera del consentimiento como una decisión en la que no media el dolo o el engaño.
Este tipo de conductas son las que se tipifican dentro de la cultura de la violación, puesto que aunque revisadas bajo el ojo legal entran dentro de lo penado, se les tilda como situaciones menores o que no requieren ser castigadas de la misma manera que un acto consumado con violencia física y coerción tangible.
Tal como le hizo saber Felipe Zeta, streamer de Twitch también español, el mensaje que trasciende es uno que no tiene que ver con el alcoholismo, sino aquél que tiene que ver con el abuso y es ese mismo el que se está defendiendo por su comunidad.
El simulacro de las funas en Twitter
La funa, scrache o quemada (o como se le llame según la región y el tiempo) es un mecanismo que se comenzó a utilizar dentro de las comunidades digitales para denunciar hechos que, de lo contrario, no tendrían relevancia pues carecen de un carácter legal o punible explícito.
Así fue como se llevó a cabo el movimiento #MeToo y también como muchas otras muestras de disconformidad encuentran eco entre una esfera pública que tiene una resonancia amplia… pero una duración a penas visible.
En el caso del Xokas, él mismo parece hacer mofa de este tipo de situaciones. En su momento, cuando fue descubierto insultando personas desde perfiles secundarios de Twitter y desde el anonimato, aseguró tomaría terapia y solucionaría los aspectos de su personalidad que lo orillaron a tomar este tipo de acciones.
Sin embargo, a tan solo una semana de lo ocurrido, regresó a stremear de manera regular, profiriendo los mismos tipos de insultos hacia la parte de la comunidad que lo contraria en cualquier situación. Una conducta que, nuevamente, se repite ahora que se le señala lo problemático de lo que comenzó a declarar, tildando el aprovecharse de mujeres alcoholizadas como algo de “pros” y “putos cracks”.
El resultado fue el mismo en ambos casos. Un trending topic en Twitter y una respuesta patética por parte del streamer. Un hecho que por más que se diga y se rediga en Internet, no tendrá eco en el futuro puesto que esto es solamente un simulacro de “castigo”.
Mientras que la comunidad que de por sí no encuentra afinidad con él encuentra la oportunidad para demostrar su rechazo; aquella que lo respalda y recibe sus palabras como hechos más que solo opiniones, refuerza el enfrentamiento frontal que este mismo declara como parte de su propia personalidad.
Pero así es como muerte la democracia, con un estruendoso número de likes.
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