El 2022 fue un año marcado de apuestas creativas y decididamente innovadoras, en congruencia a un público cuyos gustos se alejan cada vez más de la norma establecida previa al COVID-19 y, aunque tuve la dicha de jugar varios títulos realmente asombrosos, el que destacó entre tantas joyas ante mis ojos fue el inesperado Voice of Cards —específicamente, Voice of Cards: The Isle Dragon Roars, Voice of Cards: The Forsaken Maiden y Voice of Cards: The Beasts of Burden.
Voice of Cards es una trilogía desarrollada por un equipo conformado en su mayoría por el personal a cargo de las sagas Dragenkard y NieR, conocidas por sus narrativas increíblemente profundas, excelentes mecánicas de juego, y una estética de muy buen gusto. Todo esto se mantiene en Voice of Cards, por supuesto, pero de una manera radicalmente distinta e inesperada.
Una voz, docenas de historias.
Fue tan solo en octubre de 2021 que Square Enix publicó Voice of Cards: The Isle Dragon Roars, pero menos de cuatro meses después le siguió Voice of Cards: The Forsaken Maiden, publicada en febrero de este año, y, finalmente, Voice of Cards: The Beasts of Burden como su tercera entrega, publicada apenas este pasado mes de septiembre, todas para Nintendo Switch, PS4 y PC; esta proeza fue posible no solo gracias al esfuerzo de los desarrolladores, sino a las características particulares de estos tres títulos.
Voice of Cards es justo lo que indica y a la vez mucho más: cada entrega nos presenta a un carismático game master que nos guiará a un mundo completamente compuesto por cartas encima de un tablero de juego, en el que los personajes cobran vida únicamente gracias a su voz, y donde las batallas se deciden con el uso de dados, todo esto en un estilo que simula los juegos de rol de mesa a un nivel hilarante.
La estética es única y divertida, en especial para aquellos que disfrutan de los juegos de mesa en general, pero, aunque hablemos de un mundo construido con cartas, cabe destacar que no se trata de un juego de cartas —también llamado deck-builders—; en esencia, es un RPG tradicional que sabe cómo llenarnos de nostalgia, en remembranza de aquellos RPGs de antaño que se caracterizaban por sus mecánicas más bien simples y un marcado gusto por las aventuras fantásticas.
Fuente: Square Enix anuncia la secuela de Voice of Cards con The Forsaken Maiden
Voice of Cards es un JRPG con un giro más que interesante
Aunque hecho de cartas, en Voice of Cards podemos explorar este peligroso mundo como fichas en el tablero, conocer nuevas aldeas, personajes interesantes e historias que no temen perturbarte en ocasiones, luchar contra monstruos, descubrir tesoros, y, como todo buen aventurero, meternos en problemas de vez en cuando. Las mecánicas de juego varían ligeramente de una entrega a otra, pero nunca se complican demasiado, es más una experiencia amena que un reto verdadero.
El sistema de batallas es por turnos, extremadamente simple salvo por el hecho de que el uso de cualquier habilidad especial se limita a la cantidad de gemas que tengas en cada turno, y por la ocasional inclusión de Happenstance Cards, cartas especiales que generan ventajas o desventajas de manera aleatoria a todas las unidades al inicio de cada turno, un elemento entretenido pero que puede generar cierta tensión cuando nos enfrentamos a los más grandes. Habiendo dicho eso, estas dinámicas no son más que agregados diseñados para que le pongas cuidado a tus jugadas, sin estresarte demasiado.
No hace falta más de una dimensión para generar vida
Por supuesto, a pesar de tener un enfoque tan llamativo, también es uno en el cual es fácil perder el interés del jugador cuando la novedad cesa, pero con Yoko Taro como su director creativo, mejor conocido por ser el creador de la obra maestra que es NieR:Automata, las historias a las que nos adentramos en Voice of Cards no son nada más divertidas, también son sorpresivamente oscuras, inquietantes y profundas, lo cual es especialmente cierto para Voice of Cards: The Beasts of Burden, el último de la trilogía.
Los personajes de cada entrega, que bien podrían resultar aburridos al ser interpretados en su totalidad por el game master, desbordan personalidad y carisma, al punto en que incluso llegas a olvidar que no tienen voz propia mientras te ríes de sus ocurrencias o te impactas por su sufrimiento; incluso los personajes no jugables tienen sus historias, por lo que resulta muy interesante desbloquear el acceso a cada una de ellas. Y, si a esto le agregamos los diseños vistosos y tan estilizados de la mano de Kimihiko Fujisaka, no hay duda de por qué es tan fácil encariñarse con ellos.
Llegados a este punto, cabe destacar que, a pesar de su gran encanto, cada título de Voice of Cards es bastante corto, aún con la inclusión de finales diversos; es más apropiado pensar que se trata de un mismo juego dividido en tres actos ingeniosamente unidos entre sí que de tres entregas por separado, aunque acto sabe sostenerse por sí mismo sin problemas.
A la altura de una grandiosa aventura
Pero una grata sorpresa para mí fue la excelente banda sonora, que para aquellos que han jugado Dragenkard o NieR es instantáneamente reconocible, ya que tienen en común al compositor Keiichi Okabe, junto a Oliver Good y Shotaro Seo.
Preciosas y perfectamente ambientadas al género de la trama, las melodias de Voice of Cards mantienen además cierto dejo sombrío que deja entrever los pesares que llevan los personajes de este mundo, acompañando así los sentimientos entrelazados de desesperación y melancolía que permean cada narrativa.
La trilogía de Voice of Cards fue un regalo inesperado de parte de Square Enix y Alim, cuya presentación simple resulta engañosa, ya que detrás de su encantadora fachada esconde la calidad tan elevada que caracteriza a los juegos de Yoko Taro y el equipo que los hace posible; es por eso que, a pesar de los grandes títulos que nos trajo este año, esta bella y melancólica trilogía logró convertirse en mi favorita del 2022.
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