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Si bien Microsoft ha intentado surtir de un buen catálogo de exclusivas al Xbox One, sus esfuerzos no han resultado del todo satisfactorios.

Xbox One arrancó bastante fuerte esta generación de consolas en 2013. Con series como Forza, Halo, Gears of War, Minecraft, Fable, Crackdown y las que saldrían en esta generación, se pensó que el sistema sería un duro rival para el PlayStation 4 de Sony. Pero casi cinco años después, el panorama no es tan agradable a la vista de la empresa de Redmond.

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Xbox One en una generación de luces y sombras

Nadie sabe cuántos Xbox One se han vendido hasta ahora. El último número conocido, y que no viene de Microsoft, es del CFO de Electronic Arts, que mencionó que la consola estaba entre 18 a 19 millones de unidades en enero del 2016. Muy lejos de los más de 70 millones de unidades que lleva el PS4 actualmente. Obvio, muchos fans se preguntan ¿qué fue lo que pasó?


Es claro que cuando se refiere a títulos multiplataforma, la consola de Microsoft no tiene problema alguno. Prácticamente cualquier juego que sale en el sistema de Sony verá la luz del día en ésta. Pero hay otro aspecto que de cierta manera la afecta: la ausencia de juegos exclusivos. Desde luego, varias de las franquicias nacidas en el Xbox 360 y más atrás regresaron en esta generación.

Sin embargo, los resultados han sido dispares. Si bien le ha ido muy bien a las nuevas entregas de Halo, Forza y Gears of War, no todas han corrido con la misma suerte. Fable es el más claro ejemplo. La idea de crear una experiencia multijugador basada en un modelo Free-to-Play prácticamente selló el destino de la serie. Tal fue su fracaso, que provocó el cierre de Lionhead Studios.

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De nuevo, Rare no es lo que era en otros tiempos

Rare, uno de los principales estudios de desarrollo de juegos enfocado en el Xbox One, no ha destacado mucho en esta generación. Kinect Sports Rivals fue un estrepitoso fracaso, provocando que Microsoft hiciera un lado cada vez más a la tecnología de detección de movimiento. Al menos la reputación del estudio mejoró con el lanzamiento de Rare Replay, una compilación de sus mejores juegos.

Pero es claro que este estudio británico dista mucho de estar en su mejor momento. Actualmente trabaja en Sea of Thieves, el cual es difícil precisar si se tratará o no de un éxito. Pero Rare no es la única compañía que le ha quedado a deber al Xbox One. El tan cacareado Project Spark, una iniciativa de SkyBox Labs, no generó tanta expectativa como se hubiera querido.

No puede decirse que Microsoft no intentó surtir de contenido exclusivo a la consola. Sunset Overdrive, de Insomniac Games, fue bien recibido por la crítica. Pero las ventas no fueron lo que se esperaban, y a pesar de la disposición del estudio de crear una secuela, no parece que la idea haya caído en tierra fértil. Sin duda es una pena.

Los tristes casos de Scalebound y Phantom Dust

Al menos no le fue tan mal como a PlatinumGames y Scalebound. Este último fue promocionado como una de las grandes exclusivas del Xbox One. ¿Cómo no presumir un juego de parte del director Hideki Kamiya, el creador de Devil May Cry, Resident Evil 2 y Bayonetta? Pero el desarrollo del juego fue por demás accidentado, y a final de cuentas, se le canceló de último momento.

Eso dejó malparado al estudio, pero afortunadamente pudo recuperarse. No fue el mismo caso del “reinicio” de Phantom Dust, que después de muchísimos problemas fue cancelado y mejor se volvió a lanzar el original. Darkside fue el estudio afectado por esta situación, con exigencias que no pudo cumplir de parte de Microsoft. A un grado tal que tuvo que despedir a todos sus empleados y declararse en bancarrota.

Crackdown 3 también ha sufrido de problemas. Ha sido retrasado una y otra vez, lo que esperemos no suceda de nuevo. Su salida está planeada para la primavera de este año, y lo más deseable es que no vuelva a demorarse. En verdad, la generación del Xbox One ha corrido con una suerte por demás pésima en varias ocasiones.

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Cuando los desarrolladores indie sacan la casta en Xbox One

Juegos como Quantum Break y Killer Instinct han sido de los más interesantes, pero como hemos visto, no todos han corrido con la misma suerte. ReCore, de Comcept y Armature Studios, fue promocionado como el juego de los creadores de Metroid Prime, y muchos esperaron el mismo nivel de calidad. Se quedó lejos de eso.

Si bien fue un título disfrutable para algunos, la crítica especializada no fue muy amable. Al menos en lo que se refiere a títulos independientes y exclusivos del sistema, la consola sí ha brillado. Primero con Ori and the Blind Forest, de Moon Studios, y después con Cuphead, de StudioMDHR, que salió el año pasado. No puede decirse que los estudios indie no hayan aportado su “granito de arena” al catálogo de la consola.

Es claro que Microsoft ha intentado por todos los medios dotar al Xbox One de un catálogo exclusivo, pero no ha corrido con la mejor suerte. ¿Quiere decir que debe detenerse? Obviamente no. Pero si debe de tener un mayor empeño en lograrlo, y de paso, mejorar sus relaciones con estudios externos. Lo que pasó con Phantom Dust y Scalebound no debe de repetirse. “Quemar puentes” con desarrolladores nunca es una buena política a mediano y largo plazo.

Si bien una consola no vive de exclusivas, éstas ayudan mucho para tener un catálogo saludable y atractivo. Ojalá el Xbox One X represente un “borrón y cuenta nueva” para la compañía.