Un título con una jugabilidad interesante, guiado por una historia que convencerá hasta los más exigentes en materia de indies
¿Qué es lo que sucede cuando morimos? ¿Terminaremos acaso degustando nuestro postre favorito mientras el atardecer del más allá nos despide? ¿O tendremos que enfrentarnos primero a nuestros más profundos miedos para descansar al fin?
Son preguntas que jamás tendrán respuesta, o al menos no en esta vida; pero hay títulos como Spiritfarer que juegan —y de gran manera— con el imaginario colectivo de qué pasa con nuestra alma cuando partimos de este mundo.
La historia nos coloca en los zapatos de Stella, la sucesora del barquero Caronte, y ahora poseedora de la luz eterna, quien junto a su gato Daffodil (personaje jugable en el cooperativo de dos) tendrá la ardua, pero gratificante tarea, de guiar a las almas en su último viaje.
Si bien Spiritfarer puede parecer un título de esos que se centran en la narrativa y en hacernos reflexionar durante tres horas sobre el significado de la vida —que sí— también conjunta mecánicas como la construcción y la gestión de recursos.
Después de todo, el ferri que navegas ahora es tu nuevo hogar, y también el sitio de paso de las almas que transportas, por lo que dormitorios, una cocina, y estaciones de trabajo como un huerto y un telar son esenciales.
Spiritfarer es un indie que tiene mucho por ofrecer a aquellos que buscan algo relajado, pero que tampoco roce lo simplón; entrega una historia preciosa que seguro te recuerda algo o a alguien, y al mismo tiempo implementa mecánicas propias de otro tipo de género, más que centradas en la narrativa. Lo que da como resultado algo bastante original y disfrutable… con ciertos bordes que podrían pulirse, pero si quieres saber más, no dejes de leer.
La recreación del mito griego en una narrativa interesante
Stella es la guardiana de las almas antes de encontrar su reposo eterno, y como tal, debe hacerse cargo de sus necesidades con mucho cuidado.
Hay elementos básicos que todas las almas comparten: necesitan comer, necesitan afecto, y sentirse cómodas; para ello deberás —como ya te imaginarás— cubrir sus necesidades, cosechando y después cocinando sus platillos favoritos, así como haciendo caso a cada una de sus peticiones.
Las peticiones, sumadas a los desarrollos y las ‘travesuras’ forman parte de nuestras misiones, guardadas en el Cuaderno de Bitácora; para avanzar deberás ir cumpliendo poco a poco estos retos, ya sea llevar a alguien a un punto específico, ampliar tu barco, o conseguir algún ítem.
A este respecto, la construcción es otro pilar esencial de la jugabilidad, y con el paso de las horas de juego irás mejorando tus instalaciones, que te permitirán obtener recursos más refinados.
Los planos y los recursos son extremadamente importantes, y los irás obteniendo a medida que explores este nuevo mundo —de alguna manera también desconocido para ti—, así como cumpliendo misiones.
Una especie de mundo abierto… ¿o no?
La cuestión es la siguiente, a lo largo del mapa hay desperdigadas islas con recursos, y ciudades en donde puedes comprar lo necesario, ‘enemigos’ a quienes ayudarás —después de todo, no puedes ser mala con las almas— y puntos de interés, vaya.
Lo anterior te dará la sensación de que puedes navegar a donde quieras ir, pero la verdad es que estás yendo a donde el juego te pide que lo hagas, y es que si no, no hay manera de avanzar; quizá debas marcar esto para la sección de quejas y sugerencias más adelante.
Aunado a todas las mecánicas anteriores, Spiritfarer también tiene su apartado plataformero, y aunque realmente no representa un gran reto, poco a poco irás desbloqueando nuevas habilidades que te permitirán alcanzar lugares o hacer cosas que antes no podías.
Ahora sí… ¿cuáles son las quejas?
Quizá el mayor problema de Spiritfarer sea su sistema de progresión, pues te exige que para poder continuar con las mejoras, y por tanto, con la historia, realices un farmeo excesivo.
Tal vez querías ir a explorar ese punto al otro lado del mapa, y claro que puedes hacerlo, pero probablemente lo que encuentres no te sirva de nada hasta que le hagas mejoras a algunas de tus estaciones, o hasta que hagas más grande tu barco.
O también podrías toparte con barreras geográficas para las que tu ferri no está listo, porque no tienes las mejoras, porque no tienes los recursos… ¿Entiendes un poco lo que digo? No es es que este apartado esté mal, para nada, le da una diversidad de mecánicas muy interesante a un título con este enfoque, solo que a veces las tareas llegan a tornarse tediosas.
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No todo es oscuridad, el arte del juego es luz divina
Como suele ocurrir con este tipo de juegos independientes, el apartado artístico está increíblemente bien cuidado, con dibujos que remiten a la vieja confiable de hacerlos a mano, captan de gran manera la esencia relajada y profunda del juego.
De la misma manera la música siempre va a tono, y las composiciones se sienten fluidas y tranquilas, incluso en enfrentamientos con retos complicados. ¡Por cierto, están en Spotify por aquí!
Veredicto: El más allá es increíble, excepto cuando te ponen a trabajar
Spiritfarer logra crear una amalgama interesante de dinámicas que no solemos ver trabajar juntas: una narrativa profunda, jugabilidad enfocada en gestión de recursos y plataformeo, y hasta mini juegos musicales.
Se siente como algo original, fresco y totalmente disfrutable; el único ‘pero’ a este título viene en su sección de progresión y recolección de recursos, que si bien se torna tediosa en ocasiones, tampoco te hará dejar olvidado el juego.
Por $280 MXN está disponible en Steam, y por $29.99 USD para Nintendo Switch, Xbox One y PS4, su compra está más que justificada si tu alma se siente atraída a los indies como este.
Es el título perfecto en el cual poner tus manos después de un día pesado, te lo prometo.
Esta reseña se realizó en la versión de juego para PC vía Steam.