Final Fantasy VII no es el único que será relanzado con mejor aspecto gráfico. El VIII también tiene con qué brillar
Tachado por muchos como una transición en el universo de estos RPGs, Final Fantasy VIII que se lanzó originalmente para PlayStation One, nos dejó claro que Squaresoft estaba dispuesto a todo con la franquicia.
Por suerte, el relanzamiento del juego para las consolas de actual generación nos pondrá en perspectiva de por qué estamos ante una de las entregas más importante de Final Fantasy.
Una telenovela con fantasía
La historia sigue a la academia SEED, en donde se preparan algunos de los mejores mercenarios del territorio.
El protagonista es Squall, silencioso e indiferente, quien va a marcar un estereotipo dentro de la franquicia. Así como Rinoa, la damisela en apuros que introduce una trama de hechicería y romance.
Si bien la historia podría parecer sosa para los estándares actuales, en su momento fue una revolución para una franquicia que se reinventaba a partir del lanzamiento de Final Fantasy VII.
Sin embargo, más allá de las cinemáticas que nos impresionaron en 1999; no esperes giros de tuerca que cambien radicalmente la historia o que impresione con la evolución de los personajes.
La narrativa del juego no es complicada: muestra factores políticos, y profundiza en la relación de ambos protagonistas; dejando de lado a los demás miembros del equipo; contrario a otras entregas de Final Fantasy, en donde se busca darle su importancia a cada uno de ellos.
Más allá de ser un equipo de mercenarios, cada uno de los miembros del grupo se destaca por sus habilidades, límites e invocaciones que pueden poseer.
¿Final Fantasy VIII con jugabilidad caduca?
Final Fantasy VIII es una de las entregas de la franquicia que todavía se basa en el combate por turnos pasivo. Es decir, entrarás en batalla con tus personajes y dictarás órdenes de acuerdo con la velocidad de tus personajes.
Sin embargo, las mecánicas que nos muestra son muy diferentes a los de cualquier juego dentro de la franquicia. Deberás subir de nivel y aprender habilidades con tus invocaciones y asignárselas a tus personajes para que puedan sobresalir en la batalla. De igual forma, ninguno aprenderá magia, sino que deberás robarla a los enemigos (sí, es raro).
Así como se plantea, podrá sonar como un gameplay peculiar, sobre todo para los estándares de Squaresoft.
Sin embargo, agrega variedad a lo que habían planteado en las siete franquicias pasadas, y son cambios que, a pesar de que no prevalecieron, evolucionaron en entregas subsecuentes.
¿Es un gameplay lento? Hemos de confesar que… un poco, sí. Sin embargo, Square Enix, así como en otros remasters, ha colocado opciones para agilizar el proceso del juego. La primera opción, y que resulta bastante útil para entrenar, es cambiar la velocidad del título a un X3%, ¡No verás ni el polvo pasar!
Aunque no es un juego precisamente complicado, también está la opción de activar los Limit Break de los personajes: poderes más allá de sus capacidades, para poder derrotar a los enemigos fácilmente. No creemos que fuera necesaria esta opción, pero agradecemos el intento.
Una mejora sustancial: gráficos y jugabilidad
Gráficamente, el juego luce una nueva imagen que se acomoda a los estándares actuales. Los personajes principales del juego tienen sus modelos remasterizados y, a pesar de que se mueven y dependen de las físicas de aquel entonces, las texturas y sus rostros se acoplan a sus últimas interpretaciones en juegos más modernos.
Uno de los errores que tuvo, por ejemplo, la remasterización de Final Fantasy IX, es que los personajes principales tuvieron su mejora pero los demás se veían atados a las limitaciones del PlayStation One a pesar de estar en generaciones modernas.
En esta ocasión, la mayoría de los personajes obtuvo su rediseño para poder ser congruentes con el mundo en HD.
Sin embargo, un punto que no podemos dejar pasar, y que muchos esperábamos, es que el juego se encuentra en un marco negro para mantener una resolución que no destaque los años del juego.
Así sucedió con Final Fantasy VII y IX, pero teníamos la esperanza de que, al menos, las barras negras pudieran tener un fondo relacionado con el juego o una propuesta más dinámica.
Aunando las cinemáticas, que para las nuevas generaciones podrían no ser sorprendentes, pero que nos impactaron en su momento; y la música de Nobuo Uematsu es un gran plus que todo juego de Final Fantasy requiere; Final Fantasy VIII se postula como un juego necesario para todos los fanáticos de la franquicia para comprender su evolución y legado.
A pesar de que tiene sus puntos negativos, como la historia menos sobresaliente, y el marco que mantiene una resolución adecuada para el remaster. Los puntos positivos, como los cambios al gráficos y de jugabilidad, aceleran la experiencia y benefician el avance continuo.
La historia de Squall, Rinoa y los mercenarios de Seed, quedará en nosotros como lo que fue la franquicia en alguna ocasión.
*La reseña se realizó en Nintendo Switch.