Sea of Solitude ofrece una travesía emocional repleta de metáforas, pero no se salva de fuertes errores que merman la experiencia.
La salud mental es uno de los temas que últimamente son más socorridos para contar una historia compleja y profunda que conecte con una gran cantidad de jugadores.
El videojuego de Hellblade trató la esquizofrenia utilizando elementos visuales y de sonido; mientras que Celeste usó la dificultad masoquista de sus intrincados escenarios para ejemplificar las problemáticas asociadas a la depresión.
Sea of Solitude nos vuelve a contar una historia de salud mental, pero usa una narrativa más personal para convertir este título en una aventura de auto descubrimiento que toca temas de tristeza, depresión y relaciones interpersonales.
Sea of Solitude es una historia personal y emotiva
Sea of Solitude fue publicado por EA de parte de su programa de EA Originals, pero en cada elemento se nota que en realidad es un juego indie.
Fue creado por un pequeño equipo de personas en Alemania que fueron liderados por Cornelia Geppert, quien quiso expresar artísticamente una etapa de depresión por la que pasó.
Su historia es muy humana y fácilmente identificable, pues vemos temas cotidianos que ejemplifican la complejidad de las emociones y relaciones humanas.
Lo interesante es que no solo se cuentan estos temas, sino que están presentes a nivel gráfico, sonoro y de diseño de niveles gracias a un buen uso de metáforas.
Por ejemplo, en el juego conocemos a un monstruo que en realidad es el padre de Kai, la protagonista de Sea of Solitude. Él está oculto en un edificio alto y empresarial: inaccesible de su familia y alejando a Kai con ráfagas de fuego.
En Sea of Solitude hay muchos de estos momentos donde descubres que cada elemento tiene una razón de ser, pero la mayor parte del tiempo lo que tienes que hacer es caminar y navegar con tu barco… el juego es visualmente hermoso, pero esto es tan repetitivo como suena.
En jugabilidad Sea of Solitude no propone nada nuevo; y ya que todo se basa en caminar, navegar brincar y resolver un par de puzzles muy sencillos, se puede volver una experiencia algo tediosa. Esto empeora un poco más si te toca algún bug.
Dificultades inesperadas
A pesar de que Sea of Solitude solo dura alrededor de 3-5 horas, experimenté un par de bugs que simplemente no me dejaban avanzar en el juego.
Se manifestaron desde los primeros 5 minutos, pues no me permitían poder lanzar una luz – mecánica que en varios segmentos es necesaria para progresar.
Este bug se presentó varias veces y tuve que ingeniármela de maneras extrañas para poder terminar el juego.
Busqué por Internet una solución sin éxito, y si bien parece no ser un bug común, a la fecha sigo esperando el parche que quizá nunca llegue.
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En resumen, Sea of Solitude cuenta con una narrativa muy emotiva que usa correctamente elementos del videojuego como diseño de niveles, sonido y gráficas para apoyar mejor sus ideas.
Sin embargo, la jugabilidad y sus bugs te recuerdan que a final de cuentas es un juego indie que se inspiró y centró en contar una historia; incluso dejando la jugabilidad a un lado.