La pequeña tenía sesiones de 10 horas seguidas de juego. Se había convertido en una verdadera adicta de Fortnite.
Desde su lanzamiento, Fornite ha causado conmoción debido al éxito que ha tenido con los miles de fans de todas las edades que disfrutan de su modo Battle Royale. Sin embargo no todas las noticias en torno a este juego son positivas.
El medio inglés The Mirror, reportó que una niña de nueve años tuvo que ser internada en una clínica de rehabilitación debido a su fuerte adicción a este juego. Sus padres descubrieron el problema debido a que esta niña se quedaba despierta hasta altas horas de la noche jugando y de igual ya mostraba problemas en la escuela debido a su adicción.
Si bien estos síntomas de adicción de Fortnite son bastante sencillos, se empezaron a agravar hasta un punto en el que llegó a golpear a su padre en la cara cuando trató de confiscar su consola. Dejó de ir al baño por estar en la pantalla y se quedaba dormida en clase debido sus largas sesiones de juego.
El promedio total que la niña pasaba jugando era de 10 horas, que para un gamer profesional o streamer quizá son pocas, sin embargo para una niña de nueve años en etapa escolar son demasiadas.
Los padres notaron la adicción de la niña a Fortnite cuando empezaron a notar los cargos en la tarjeta de crédito, añadiendo a sus gastos alrededor de 50 euros al mes, cosa que obviamente no toleraron y que despertó un ataque en la niña quien no tolero que le retirarán el juego.
La madre de la niña dió una entrevista a este medio: “Ella está en terapia para la adicción después de que se volvió retraída, agitada y perturbada por jugar hasta diez horas al día, a veces jugando hasta el amanecer, orinándose para no tener que abandonar la pantalla”. reveló.
Si bien a temprana edad los videojuegos pueden despertar habilidades y características que pueden ser positivas en el desarrollo de un niño como la paciencia y la tolerancia a la frustración, si no son llevados adecuadamente pueden causar este tipo de problemas.
Aunque en este caso, Fortnite es el menos responsable. El problema es que los padres no ponen límites a los niños.