La llegada al Nintendo Switch de los primeros tres títulos de Dragon Quest te recuerda un par de cosas: lo viejo que estás y la importancia de la preservación de los videojuegos
La década de los setenta y ochenta vio la llegada de los juegos de rol como un pasatiempo al que muchos aspiraban, pero, pocos se atrevían a experimentar. El miedo de adentrarse estaba relacionado con la complejidad de las mecánicas de juego. Los dados, estadísticas y demás elementos que acompañan a los juegos tipo Dungeons and Dragons, no son tan sencillos de aprender. Eso sí, son una enajenación de la cual es difícil escapar. Estos componentes, fueron aprovechados por los videojuegos para crear un género el cual, al menos en Japón, estalló con la serie Dragon Quest.
El puro nombre lo dice todo: Aventuras y Dragones. ¿Quién no quisiera vivir esa experiencia? Especialmente cuando no estás obligado a lidiar con un ‘amo del calabozo’, hojas de papel, dados de diferentes numeraciones o con compañeros de viaje que no saben lo que están haciendo. Sí, suena a algo que desprecia la experiencia de narración y convivencia, pero, Dragon Quest lograba tomar varios de esos elementos, al brindarles una narración fantástica, un objetivo y acción con pausas para ponerte a pensar en una buena estrategia.
Desde su primera entrega, Dragon Quest te permitió transformarte en ese héroe que se embarcaba en la aventura para acabar con criaturas diseñadas por Akira Toriyama. Su vista en primera persona durante los combates lo volvía mucho más personal, la música era épica y presionaba tu concentración. Su sistema de combate estaba lleno de encanto y te hacía sentir como todo un estratega. Era el juego perfecto para una época mágica en que el negocio de las consolas estaba renaciendo.
Los primeros tres juegos de Dragon Quest salieron en el NES, uno tras otro entre 1986 y 1988 en Japón; después, entre 1989 y 1992 en Norteamérica. ¿Por qué salieron tan rápido en el País del Sol Naciente? Bueno, eran una máquina de hacer dinero que detenían una nación y Enix estaba aprovechando eso gracias al formidable diseño creado por Yuji Horii, el arte de Akira Toriyama y la música de Koichi Sugiyama. En Norteamérica, lo que era conocido como Dragon Warrior, pasaba desapercibido, especialmente porque la portada presentaba una cosa y el juego otra.
Ahora, los primeros tres juegos de Dragon Quest han sido publicados en más de una plataforma y, al mismo tiempo, han sufrido cambios para que se vean mejor, eso sí, sin hacerle ajustes a sus mecánicas de juego. Su llegada a Nintendo Switch no solo se debió al lanzamiento de Dragon Quest XI: Echoes of an Elusive Age, también a que una nueva generación de jugadores merece la oportunidad de vivir esta experiencia.
Comienza la saga de Erdrick
El primer juego de Dragon Quest te recordará que antes solo debías preocuparte por nombrar a tu valiente y luego salvar al reino. Desde el rey hasta el súbdito más inverosímil tienen algo que decirte. Para salvar la partida, debías ir con su majestad. Si mueres, el mandamás del castillo te daba más experiencia, pero, a cambio, debías que regresar la mitad del dinero que recoges después de derrotar a algún monstruo.
El primer juego de la serie impone mecánicas muy sencillas: atacas con tu arma principal, lanzas magia con propiedades defensivas u ofensivas, puedes huir de la batalla o usar ítems. Así de sencillo era. La progresión se basaba en subir los parámetros del personaje ganando experiencia a través de los combates y cambiando las armas que comprabas o descubrías durante a aventura.
La idea de Dragon Quest era muy básica: eres un desconocido que llega al castillo del reino y acepta la misión de salvar a la princesa. Para la época suena muy bien, en estos momentos tal vez esperes algo un poco más profundo. El Dragonlord es la amenaza que derrotar en esta aventura en la que vas conociendo que Erdrick fue el héroe que le dio la paz al mundo hace mucho tiempo. Si terminas el juego, entenderás perfectamente de qué va la segunda entrega.
El primer juego de Dragon Quest en Nintendo Switch luce ‘bien’, pero, también se nota cómo Square Enix le ha metido mano para que no de el ‘viejazo’. Lo malo es que esta versión cuenta con la misma calidad gráfica que la versión móvil, así que no esperes gran cosa. La exploración de cuevas/calabozos se mantiene intacta y los enemigos se ven como ilustraciones en vez de pixeleados. Si bien los elementos que vuelven clásicos al juego están presentes, la apariencia no cumple con ese cometido.
La batalla final contra el Dragonlord se divide en dos partes, una en la que enfrentas a su forma humana y otra transformado en un enorme dragón. La magia aprendida y el equipo obtenido son suficientes para hacerle frente en una batalla que puede durar varios minutos. La primera entrega de este RPG es satisfactoria y te adentra a un género el cual no ha dejado de evolucionar.
Sigue tu aventura en Dragon Quest II
Al igual que Dragon Quest I, Dragon Quest II se ve como su contraparte móvil en el apartado gráfico, en otras palabras, el Nintendo Switch lo va a correr sin problemas y te dará el chance de vivir esta experiencia como se debe, usando controles. Esta entrega continúa un siglo después de que derrotaste al Dragonlord y devolviste la paz al mundo entero. Con tu doncella, encontraste nuevos y (guiño, guiño) fundaste nuevos reinos.
Aquí ya se nota una mejora clara en la narrativa y, por esa misma razón, Dragon Quest II es considerado como uno de los veinte mejores juegos de la historia – de menos en Japón -. Incluso, Dragon Quest Builders 2 se entrelaza con esta entrega. Ahora, como buena secuela, mejora muchas cosas que el primer juego hacía mal. Ya tienes llaves que pueden ser usadas muchas veces, ahora tienes un equipo conformado por tres personajes, cargas más ítems y la estrategia evoluciona claramente en una dirección mucho más entretenida.
En Dragon Quest II, el mundo es mucho más grande y la música es sobresaliente. Si en el NES ya sonaba bien, en el Nintendo Switch la experiencia mejora con creces. Para críticos, este es el ‘Dorakue’ más complicado de todos y terminarlo puede ser tan difícil como pasar un examen final con tan solo haber estudiado un día antes. Al igual que el primer juego, este título ha recibido una buena cantidad de ports y ajustes para que las nuevas generaciones puedan disfrutarlo. ¿Esta versión en la consola híbrida de la Gran N es la definitiva?
El héroe en pantalla luce mucho más grande y cabezón mientras sale a explorar el mundo. Puedes ver cómo carga su espada y escudo. Los enemigos siguen viéndose como ilustraciones de un libro de arte de Dragon Quest en vez de lucir pixeleados. Las mecánicas de juego en un principio se dividen en atacar, huir, defender y usar los ítems. La progresión es la misma y vas mejorando tus estadísticas mientras obtienes experiencia después de derrotar monstruos. La exploración es mucho más compleja a comparación del primer juego y se mantienen los diálogos hasta del ser más irrelevante de todos.
Cuando tu ‘party’ crece, ves en pantalla a tu nuevo compañero de aventuras. Durante los combates, manejas tanto a tu héroe como al nuevo camarada. Al momento que tu equipo está conformado por tres personajes, la aventura se pone mejor pues cada vez es más común encontrar grupos de más de tres enemigos. Digamos que la experiencia del juego de rol tradicional ya está perfectamente plasmada en un videojuego: puedes repartir el papel del guerrero, el mago y quien se dedique a curar a los compañeros.
La experiencia de juego mejora notablemente, pero, el cambio es tan notable que también se nota que quedaron a medias algunos elementos. Esto lo comprueba el director Koichi Nakamura quien dice que la segunda entrega se quedó corta en más de un parámetro y no era lo que él quería. Ahora, hablamos de un juego que salió originalmente en NES y aprovechaba cabalmente las posibilidades de la consola. Tal vez sea el Dragon Quest de la trilogía de Erdrick que más te va a entretener. Acabarlo te va a recordar mucho a la ‘Aventuras de Fly’.
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Ahora vamos al pasado y conociendo las semillas de la salvación
A diferencia de las dos entregas anteriores, aquí tenemos una versión todavía más trabajada en su presentación visual. Esta entrega de Dragon Quest es una precuela del primer título de la serie y desarrolla en un mundo separado al de los primeros dos juegos. Por primera vez es posible elegir entre un chico o una chica y nos pedía una fecha de nacimiento. Al ser tu cumpleaños número 16, te embarcarás en una aventura para salvar el mundo. Ahora tu ‘Party’ está conformada por otros tres acompañantes y la estrategia vuelve a ajustarse.
Ahora, el legado que trae este título es tan grande como el del segundo. Digamos que el apartado narrativo mejoró todavía más. Japón se enamoró tanto de Dragon Quest III que durante muchos años lo pusieron a la par de Final Fantasy VII y Final Fantasy X. Aquí fue cuando se lanzó esa ley de no permitir el lanzamiento de un Dragon Quest entre semana porque la productividad de Japón se iba al demonio y eso no era bueno para la nación del Sol Naciente. Incluso tuvo un manga.
Por desgracia, Dragon Quest III llegó a Norteamérica muy tarde y se veía realmente arcaico a comparación de lo que ya era posible ver en el SNES. Aquí ya tenemos un sistema de día y noche. La edición de Nintendo Switch hace ver como una obra maestra a Dragon Quest III, especialmente si la comparas con la versión del NES… Incluso, con la del SNES que también lucía genial.
Los combates, la animación y la exploración crecieron mucho más. Durante la pelea con el God Dragon ves cómo el enemigo tiene muchas más animaciones. Incluso, ves cómo hay un ligero guiño a Dragon Ball pues ese dragón concede un deseo a los héroes que lo derrotaron. La partida final de ‘parchase’ es algo que de verdad te pone a pensar sobre lo que pueden añadir a un juego RPG.
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Si todo es tan genial, ¿cuál es el problema de esta edición de Dragon Quest?
Muy bien, Dragon Quest I, II y III son títulos que ya tienen más de 30 años de existencia. Han pasado por muchas manos y ediciones que de verdad hay gente que no sabe cuál es el original. Square Enix trata así a la gran mayoría de sus clásicos, los manda a móvil y luego realiza un port para consola y los vuelve a vender. Sería genial que, en vez de ajustar gráficos o mejorar la música de un juego, tal vez hagan una compilación que nos muestre la obra original. Sí, no se va a ver tan genial o nueva, pero, entenderás mejor el trabajo que costaba hacer juegos tan grandes.
Ahora, también vale la pena recordar que, en Norteamérica, Dragon Quest no es una serie que reciba el respeto que merece. Con esto en mente, el negocio va primero para Square Enix en este lado del Océano Atlántico y por eso no tenemos estos juegos en un solo paquete. En Asia sí están y los puedes conseguir si lo importas, pero, si no lo haces, vas a tener que recurrir a la versión digital de cada uno de los títulos disponible en la eShop del Nintendo Switch.
En fin, los hubieras no existen y solo existen estas dos formas de jugar la trilogía de Erdrick en Nintendo Switch. Ojo, son títulos memorables, pero, al mismo tiempo, ya son juegos con mecánicas un tanto viejas. Incluso, te van a dar a entender que la serie creada por Yuji Horii tiene varios vicios que no se han compuesto con el paso de los años.
¿Deberías comprar Dragon Quest I, II y III en Nintendo Switch?
Como ya lo mencioné, en Norteamérica solo es posible comprar estos juegos en formato digital. Si tienes chance de ir por la versión de Asía, hazlo, no te vas a arrepentir pues vas a ayudar a preservar de forma física unos juegos históricos.
Las ediciones digitales hacen lo mismo, pero, si un día cierra la eShop o deciden retirar los juegos, puede pasar lo peor. Si no te preocupa nada sobre el tema digital, adelante, especialmente si de verdad amas los RPG y quieres conocer el inicio de la historia de una de las franquicias más importantes del gaming… Y tal vez, te animes eventualmente a entrar a los juegos de rol en su versión de mesa con libros, figuritas y más personas.