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Shinichiro Watanabe hizo de Carole & Tuesday una declaración navideña para la humanidad

La música nos hará libres, sentencia Ryuichi Sakamoto; el pianista que es una leyenda tanto de soundtracks para restaurantes de ejecutivos y pieza clave de la historia de la música electrónica, entiende la música igual que Shinichiro Watanabe, que en Carole & Tuesday por fin pudo plasmar su amor por este arte sin ninguna restricción.

Esta obra era posible solo sacarla en 2019 y eso demuestra la obsesividad con la que el director enfrentó este su proyecto, tal vez el menos glamouroso, pero sí en el que más se ha vertido como artista.

Carole & Tuesday es la consumación del trabajo de Shinichiro Watanabe | Fuente: Bones

Para él siempre es claro que la música lo es todo. Es su amor más grande y por eso absolutamente toda su obra está influenciada por el contexto musical que este lleva. No podemos entender a Cowboy Bebop o Kids In The Slope sin el jazz o a Samurai Champloo sin el hip-hop, pero a este anime no lo podemos entender sin saber del amor y el respeto que Watanabe siente por toda la música.

Es complicado llegar a la conclusión, pero comencemos por entender que todo lo que vemos aquí es un recuento de la historia moderna de la música. De eso que por simplicidad, y muchas veces por prejuicio, llamamos “pop”. Un término de mercado que poco a poco fue sacando su propia identidad, a pesar de lo que las listas de popularidad y el ego de Clive Calder dicte.

Voces de Marte

Este escenario post apocalíptico de Watanabe, en el que los humanos abandonamos ya la Tierra, tras destruirla con nuestras propias manos, es más bien un reflejo de la sociedad hipertecnológica del presente. Una en la que tanto tu familia, tu cuenta de banco y hasta el menú del McDonald’s se encuentran en una pantalla.

Dentro de este futuro la música perdió, según los puristas, y ganó según los productores y promotores de música. Carole y Tuesday, dos huérfanas del destino, son quienes combaten ambos prejuicios de este mundo que no sabe ver salvo blancos y negros.

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Su odisea se centra en volver a entender a la música como un complejo artístico que, como cualquier otro, depende de uno más, de una audiencia para existir y para perdurar. La música del futuro, prefabricada y redondeada en perfección estéril, es mucho más cercana a la que se hace con puño y letra desde el corazón, aquella que se jacta de ser natural solo por no pasar usar la tecnología que brinda posibilidades tan grandes como el mismo universo.

Todas ellas, a pesar de lo que sean, son solo música y eso es lo que Shinichiro Watanabe siempre ha luchado por representar. David Bowie no es más que BTS, Christine and the Queens no es más que Kendrick Lamar. Todas ellas son nuestras, sin distinción, son parte de nuestras voces y de nuestros mundos. Son el reflejo de la experiencia humana y la última esperanza que nos queda en la condena fetichista que el humano construyó.

Un ejército de dos | Fuente: Bones

Carole & Tuesday cierra y tiene su punto climático el martes 24 de diciembre: “the carole in tuesday”, en donde dos adolescentes cambiaron el futuro de todo un país con una canción y la única convicción de compartir el placer de hacer y escuchar música.

Mientras que las tensiones políticas de Marte aumentaban, con una amenaza clara de destrucción nuclear y la explosión de una rebelión que acabaría con el mundo como lo conocemos, “Mother“, la consumación de las dos antítesis de la música de Marte, sonó para acompañar a la primera nevada y hacer una última plegaria.

Existen muchos matices dentro de esta obra, que van desde críticas duras de Watanabe a la industria musical, pero todas ellas siempre retornan al mismo punto, en donde la música es solo un punto de encuentro para que, como humanos, podamos comunicarnos una vez más. Siendo acordes, siento resonantes.

El cuento de navidad de Carole & Tuesday es uno en el que, finalmente, más allá de la tradición religiosa y más allá de lo que los comerciales de la televisión nos imponen, tenemos una justificación para unirnos como humanos, le llames día de San Nicolás, Natividad, Día de las Velitas, o sencillamente “comida familiar anual”.

Tanto la música como las tradiciones que nos hermanan, son recordatorios que debajo de todas esas etiquetas, debajo de todos esas diferencias, existimos en un mismo mundo, existimos independientes de las exigencias de un trabajo, de los errores de nuestros gobiernos, de los estamentos de nuestras culturas. Somos juntos.

Un mundo utópico que solo es posible soñarlo por unos minutos cada tanto.

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