A pesar de todas las esperanzas, la cita con la muerte es inminente.
Sin darnos cuenta, la animación japonesa siempre nos vende la historia trágica con un mensaje positivo, pero con un final que tal vez te haga derramar algunas lágrimas. En ese mismo parámetro cae I Want To Eat Your Pancreas (君の膵臓をたべたい), filme basado en una novela ligera original escrita por Yoru Sumino que se publicó en 2014 en el País del Sol Naciente.
Dada la popularidad de la obra original, la historia brincó al manga donde tuvo dos volúmenes y 10 capítulos los cuales fueron publicados por Editorial Futubasha. Con esto en mente, era cuestión de tiempo para que llegara su adaptación al anime.
Ahora bien, ¿qué tan bien resulta el producto? ¿Es buena su ejecución? Como lo menciono al inicio de esta crítica, se trata básicamente de la típica historia con cliché japonés donde dos opuestos “supuestamente se atraen”.
El fan a la animación japonesa va a crear una empatía inmediata con el producto en pantalla, pues conoce el escenario y le parecerá un producto genial y profundo. Alguien ajeno tal vez note más las deficiencias y lo exageradamente ridículo que puede ser el actuar de una persona que sabe que pronto morirá.
No es como ‘Antes de Partir’, pero I Want Your Pancreas hace su intento
Para un servidor, la mejor película basada en un personaje que está a punto de morir es “Antes de Partir” (The Bucket List) con Morgan Freeman y Jack Nicholson. Aquí tenemos cómo el poder monetario de un individuo le permite realizar una lista de deseos para antes de fallecer y cómo, en el camino, aprende que nadie tiene la vida comprada.
En I Want To Eat Your Pancreas tenemos a Sakura, quien sabe que pronto morirá pues tiene una enfermedad terminal la cual ha tratado durante años.
Luego tenemos a su acompañante, un chico que se mantiene “anónimo” durante la película que pasa de tener empatía a ciertos sentimientos por ella.
Ambos van a la misma escuela, incluso al mismo salón, sin embargo, el chico es una especie de – aunque suene exagerado – marginado social pues no le habla a nadie e incluso hay quien piensa cosas peores sobre él, mientras todo mundo quiere a Sakura por su forma tan extrovertida.
El primer acercamiento entre ambos es fortuito, especialmente porque él encuentra el diario de Sakura en el hospital y ahí aprende que “ella está viviendo con la muerte”.
Como es de esperar, Sakura se quiere acercar a él a la fuerza, como si fuera parte de su deseo y única convicción para antes de ir al más allá. Claro que nadie más que él conoce el verdadero estado de salud de nuestra protagonista.
La forma en que la convivencia entre ambos se va desarrollando es forzada en todo sentido hasta que a él le cae como balde de agua fría que detrás de ese comportamiento extrovertido, Sakura es una farmacia ambulante.
Si bien los diálogos de Sakura hacía él son muy básicos, vacíos y hasta tontos, los de él a ella siempre son para cuestionar sus acciones. Esto es básico en una historia de estas características.
Lo vimos entre Morgan Freeman y Jack Nicholson, dos viejos con escenarios de vida distintos, y ahora entre un par de jóvenes de preparatoria que no saben qué hacer con su futuro, a pesar de que uno sí va a continuar, mientras el otro admite que nadie tiene la vida comprada.
Escenas forzadas, pero, con alto grado de sentimentalismo
Lo primero que hay que recalcar es que I Want To Eat Your Pancreas cuenta con un extraordinario diseño de personajes. Yuuichi Oka hizo un extraordinario trabajo al crear la nueva apariencia de todos los individuos que salen en esta película. Es el día y la noche si lo comparamos con el manga.
Asimismo, sin la necesidad de ser extraordinaria la calidad de la animación es bastante decente . Es algo más que un producto cumplidor, pero nada más. Al tratarse de un drama juvenil, verás que los escenarios son muy básicos: una local para un buffet de carne, un hotel, cafeterías y demás.
Ahora, el filme consta de tres actos y un largo epílogo que llega con una escena post-créditos. Justo cuando se va a dar la transición entre el segundo y el tercer acto, sucede una escena incómoda entre Sakura y él donde ya vemos un abuso literal el cual carece de un contexto o explicación real.
En el manga, la escena tiene un mejor desarrollo y el contexto es mucho más claro. Esto es un claro desacierto por parte del guionista y el director de la animación.
Fuera de este punto, el espectador de I Want To Eat Your Pancreas va a quedar embelesado por la falsa historia romántica entre los dos personajes, especialmente cuando llega el cruel final el cual cuenta con un sólido epílogo que vale toda la película.
Como lo mencioné párrafos atrás, el filme es un cliché tras otro. Un acto de superación para enfrentar a la inminente muerte que nos enseña que el rostro más feliz puede esconder el dolor más pesado de todos.
A final de cuentas, no expresar realmente lo que uno siente para no lastimar a los demás puede resultar perjudicial, pero, si se usa un diario como válvula de escape, entonces las cosas malas pueden superarse de alguna manera.
¿Deberías verla?
Bueno, si eres un fan a la animación japonesa es una película obligada, de eso no cabe la menor duda. Los argumentos te van a agradar, al igual que la animación y la música pues van por una línea segura sin la necesidad en caer en pretensiones.
No está al mismo nivel de Your Name, por citar un ejemplo. Tampoco es un producto del mismo nivel de un director como Makoto Shinkai, pero, el trabajo de Shinichirou Ushijima es bastante bueno como para no reconocerlo.
Si eres ajeno, al consumo del anime, ni le muevas, esto no es para ti. Tendrás que escuchar a una chica con un tono de voz demasiado alto que no tiene comparación su contraparte japonesa.