La franquicia de Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba logra lo que pocas obras en la historia del anime: trascender al público general y posicionarse como un fenómeno global. Con El Castillo Infinito, Ufotable continúa con esta racha triunfal, entregando una película ambiciosa, cargada de emociones, acción coreografiada con precisión quirúrgica y una animación que, sin exagerar, roza lo sublime.
Aunque el filme es apenas la primera entrega de una trilogía, lo que podría causar cierta insatisfacción en algunos espectadores, El Castillo Infinito ofrece suficiente contenido épico como para considerarse uno de los puntos más altos de la saga.
Sí, parece una entrega en forma de DLC, lo cual no es muy divertido que digamos, pero Ufotable requiere tiempo para hacer con Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba lo que todos conocemos. Este estudio rara vez falla y lo vuelve a demostrar.
Un nuevo escenario para una batalla final con enemigos poderosos y profundos
Tras el cierre del arco del entrenamiento de los pilares, esta película nos sumerge directamente en el Castillo Infinito, una fortaleza retorcida y cambiante donde el temible Muzan Kibutsuji y los demonios más poderosos esperan su confrontación final con los Hashira y Tanjiro. La ambientación, con su arquitectura imposible y atmósfera opresiva, es un protagonista más dentro de la historia.
Lejos de tratar de seguir a decenas de personajes simultáneamente, la película toma la acertada decisión de dividir su narrativa en tres enfrentamientos principales. Esta elección ayuda a mantener la atención del espectador y permite que cada combate tenga su propio ritmo, peso narrativo y clímax emocional.

Uno de los mayores logros de Demon Slauer: Kimetsu no Yaiba – El Castillo Infinito – es el tratamiento de sus villanos. Akaza, a quien conocimos en Mugen Train, recibe una nueva dimensión gracias a un uso abusivo y magistral (al mismo tiempo) del flashback. Lo que antes parecía una amenaza sin rostro ahora se revela como un personaje trágico, víctima de sus circunstancias. Este enfoque no solo genera empatía, sino que eleva la tensión emocional de su enfrentamiento con Tanjiro.
Por otro lado, Doma se presenta como una grata sorpresa. Con una serenidad perturbadora y un sadismo disfrazado de cortesía, se roba varias escenas, tanto por su personalidad como por la increíble coreografía de su combate contra uno de los Hashira. El uso de abanicos como armas, junto con el despliegue creativo de Ufotable, ofrece algunos de los momentos visuales más deslumbrantes de toda la película.
Grata animación, pero fue como aventarse 6 episodios seguidos
No se puede hablar de Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba sin mencionar la animación, y en El Castillo Infinito, Ufotable se supera a sí mismo. Cada ataque, expresión facial, partícula de luz o sombra en movimiento está diseñado con detalles meticulosos que convierten la pantalla en un lienzo en movimiento. La acción es rápida, pero clara; espectacular, pero emotiva.
Las batallas coreografiadas con maestría no solo se ven bien, sino que transmiten peso, consecuencias y desarrollo de personaje. Desde el choque de espadas hasta los desgarros emocionales de cada ataque, cada escena está construida para impactar tanto a nivel visual como narrativo.

Por otro lado, uno de los puntos debatibles sobre El Castillo Infinito es su estructura. A pesar de su duración de 155 minutos, el filme puede sentirse como un conjunto de episodios pegados – sin openings, endings y pausas comerciales – más que una historia con cohesión cinematográfica. Tanjiro, por ejemplo, aparece hasta pasada la primera hora, lo cual puede parecer una decisión arriesgada, especialmente para los fans que esperaban verlo en el centro de la acción desde el principio.
Sin embargo, esa misma estructura episódica permite que cada enfrentamiento se desarrolle con calma, brindando el espacio suficiente para que los espectadores se involucren emocionalmente. Esta era la única manera de respetar la historia, el conocido ritmo de la serie y demás. La verdad es que de ser una película como tal, el final de la historia original hubiera recibido ajustes para que la narrativa fuera mucho más ágil y rápida.
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Tres películas Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba que parecerán DLC
Lo que distingue a Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba de otros shonen es su capacidad para conectar emocionalmente con la audiencia, y en El Castillo Infinito, eso se mantiene intacto. Más allá de la espectacularidad, hay corazón: cada combate está cargado de historia, motivación y conflicto interno.
Ufotable sabe cuándo bajar el ritmo para introducir un momento reflexivo, un recuerdo del pasado o un dilema moral. Estas pausas no frenan la acción, sino que la nutren, dotando a cada enfrentamiento de un trasfondo que enriquece el drama. Eso es justo de lo que todo mundo se quejó en su momento con Caballeros del Zodiaco y sus pauses en medio de los combates. Tal vez ya maduramos como público para entender que de eso se trata una buena narrativa.

Es importante recalcar que esta película es la primera parte de una trilogía, hecho que no ha sido comunicado claramente en todos los materiales promocionales. Esto puede dejar cierta sensación de vacío al final, ya que no hay una conclusión cerrada. Sin embargo, el cierre parcial no resta méritos a la entrega, que cumple con creces como arranque de un desenlace épico.
Sí tiene mucho sentido ir al cine a ver Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba – El castillo infinito – por un par de razones: la animación es notable y te deja con la boca abierta y también una edición de audio sobresaliente. Es decir, esta es una película para consumirse en una sala Imax o en MacroXD con sonido Dolby Atmos. La narrativa es buena, es lo de siempre, pero también sientes que te estás aventando 6 episodios de una sentada y que te saltaste los temas de entrada y salida.
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