La Worlds 2025 nos permitió observar cómo tanto Faker como la copa de League of Legends se renuevan en una especie de tiempo mítico, donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazan en torno a un mismo nombre. Por un lado, se reafirma la idea de defender el legado a base de sacrificios; por otro, se consolida la vinculación con la comunidad, esa multitud que cada año ansía el torneo como si se tratara de un ritual global lleno de posibilidades.
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La final de 2025 reposicionó a Faker como el mejor jugador de esports de todos los tiempos. Nuestro veterano ha superado sus propias estadísticas y se eleva como un jugador que solo compite contra sí mismo, despojándose de todo lo que le rodea. Con esta victoria, Faker suma seis títulos mundiales, tres de ellos de manera consecutiva, un logro que roza lo inhumano.
Lo que implica la final de Worlds 2025 para los esports en América
Aunque League of Legends es un título de estrategia en equipo, la adaptación individual de Faker sigue siendo asombrosa. Su capacidad para reinventarse dentro del metajuego lo convierte en un referente técnico y emocional. Además, su contrato con T1 se extiende hasta 2029, lo que significa que aún veremos varias Worlds más con el Demon King como protagonista de un espectáculo que trasciende el videojuego.
Esta final evocó el eco de 2022, cuando DRX sorprendió al mundo al derrotar a T1. Pero en 2025 el resultado fue distinto: BDD y compañía no lograron derribar a los titanes. Los murmullos fuera de la arena eran amables pero implacables: pocos creían realmente que KT Rolster podría vencer a una maquinaria tan afinada. La caída de Gen.G había sido un presagio.
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League of Legends: equipos históricos de Faker en Worlds:
- 2013: Impact, Bengi, Faker, Piglet, PoohManDu
- 2015: MaRin, Bengi, Faker/EasyHoon, Bang, Wolf
- 2016: Duke, Bengi/Blank, Faker, Bang, Wolf
- 2023–2024: Zeus, Oner, Faker, Gumayusi, Keria
- 2025: Doran, Oner, Faker, Gumayusi, Keria
Sin embargo, este dominio absoluto ha despertado una profunda división entre los fanáticos. Por un lado están los defensores de Faker, que celebran su grandeza; por otro, quienes sienten que una final tan predecible pierde emoción. Aun así, los expertos coinciden: Faker es inherente al título mismo. League of Legends y Faker ya no pueden pensarse por separado. Ha ganado su lugar como leyenda viva, dentro y fuera del campo digital.
El competitivo de League of Legends sigue siendo indomable, pero las brechas regionales son cada vez más evidentes. Tanto la liga europea como la latinoamericana han quedado fuera del radar de los jugadores más filosos de Oriente, donde la competencia interna es feroz y el ecosistema de talento se retroalimenta. Pese a los intentos de Riot Games por sostener la liga de LATAM, esta fue desechada en 2024 debido al bajo rendimiento. Aunque se han anunciado reformas y proyectos, la realidad es clara: mientras Faker se hace más fuerte, el resto parece quedar atrás, atrapado en un ciclo que amenaza con poner en peligro el futuro mismo de los esports.
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El ocaso de las regiones menores
En teoría, Riot Games se esfuerza por mantener activas las ligas regionales con el objetivo de generar mayor nivel de competencia. Sin embargo, poco de esto se refleja en la Worlds, especialmente tras la disolución de la liga norteamericana. Tanto Europa como LATAM presentan un rendimiento bajísimo, lo cual responde a causas estructurales: presupuesto, talento, infraestructura, narrativa mediática y fomento social, entre otros factores.
Aun así, durante la Watch Party (a la que acudimos en CDMX), el encanto se renueva: la comunidad revive, se emociona y vuelve a creer. Pero del entusiasmo colectivo al factor competitivo hay un abismo. En Asia, los jugadores profesionales de League of Legends perciben salarios (Esports Insider) que van de US$100,000 hasta más de US$500,000 anuales, mientras que en las regiones menores los ingresos rara vez superan los US$75,000. La brecha económica se traduce en infraestructura desigual, menor rotación de talento y una falta de profesionalización que termina por frenar el crecimiento.
Ver el gaming competitivo como carrera profesional sigue siendo un desafío cultural. A diferencia de Faker, que rompió todos los esquemas posibles —incluida la idea de una edad límite para retirarse—, muchos jugadores aún deben enfrentarse al estigma y la inseguridad económica. Confiar en el talento y mantener la disciplina necesaria para alcanzar la cima se convierte, así, en un acto de fe.
La disolución de la liga de LATAM fue un golpe duro para esa esperanza, ya frágil desde sus inicios. Si bien el panorama competitivo se reduce y es cada vez más difícil mantener el nivel, los esports se han consolidado como uno de los espectáculos millonarios más esperados del año. Riot, por su parte, intenta mantener unida a su comunidad mediante experiencias locales —como las Watch Parties—, pero cada región vive sus propias narrativas, con anhelos distintos y desigualdades palpables.
Desde esta perspectiva, y pese a los esfuerzos, las distintas secciones de League of Legends parecen tan desconectadas como los propios equipos. Mientras unos avanzan hacia la excelencia, otros quedan rezagados en un ciclo difícil de romper. Todo apunta a que las regiones más pequeñas y de menores ingresos serán las más vulnerables, especialmente ahora que el futuro competitivo de Faker podría estar acercándose a su fin. Si el Rey Demonio decide retirarse en los próximos años, el relato de Worlds cambiará por completo.
¿Y después de Faker, qué?
El futuro de los esports —sobre todo en América— es incierto. Faker ha impuesto una vara mítica y casi sagrada que parece imposible de igualar. Los rumores sobre su retiro o su transición a coach circulan con fuerza, aunque, según recientes entrevistas, el jugador no planea abandonar de manera activa el escenario competitivo tan pronto.
Sin embargo, el tiempo es un enemigo silencioso. Faker ya es considerado “demasiado mayor” para los estándares de los esports, y cada partida podría ser una despedida simbólica. En ese contexto, emergen nombres como Caps (G2 Esports)y Chovy (Jeong Ji-hoon, Gen.G), quienes se perfilan como los herederos naturales del Rey Demonio. No obstante, para que alguno de ellos asuma realmente el trono, será necesario que el imaginario competitivo y las narrativas mediáticas se transformen y aprendan a cobijar a una nueva figura legendaria.
Por ahora, el futuro sigue siendo incierto, y la pregunta se queda entre nuestros dientes, apresada:
¿quién será digno de heredar la corona del mejor jugador de League of Legends de todos los tiempos?
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