Actualmente, los cuartos de final de Worlds 2024 toman lugar en París, Francia. La grieta del invocador de League of Legends aparece frente a los ojos de Faker, nuestro mid laner más adorado: él, un símbolo que, hace diez años, emergía cuando las ligas de esports eran aún un sueño desdibujado que sólo tenía cabida en mundos de ciencia ficción.
Faker debía confiar únicamente en sus habilidades, apostar por el futuro que se veía fructífero, pero que, como siempre, era una moneda al aire. Hoy los deportes electrónicos cuentan con una infraestructura millonaria y los anhelos de los jugadores se gestionan ahí.
Por un lado, en el capital, y por otro, en la comunidad que hemos formado como jugadores a los que les han dado “por fin” algo “grande” que nos une, que nos da pertenencia y presencia. El campeonato, es cierto, nos da algo en que pensar, a algunos les ha dado una posibilidad, un sueño, una meta e incluso la justa ilusión de que alguien de “nosotros” lo logró. A otros nos revive.
El revuelo que causa la copa es un fenómeno insaciable cuyo sinsentido crece cada día más, sin embargo, el principio nostálgico siempre nos recordará el tipo de jugadores tóxicos, desvalidos y marginados que llegamos a ser los loleros, así como también, es justo decirlo, podemos ser bonachones, entusiastas y simpáticos.
La Worlds de League of Legends explota todo esto en el mes en que celebramos EL torneo, el más importante de los esports —sí, por ser el que dispone de un enorme capital; sí, también por la calidad y compromiso (en varios sentidos) de Riot Games—.
Faker, ¿un gamer, un chico, un idol?
Que se abra el océano, se presenta nuestro Demon King: ¿quién es Faker?
Lee Sang-Hyeok nació un 7 de mayo de 1996. Nuestro Demon King es la leyenda de la liga de las leyendas. Es Tauro, según el calendario zodiacal clásico, y rata, según el calendario chino.
No sé si Faker fue este tipo de joven estereotipo de lolero (tóxico, flammer). Recordémoslo al golpearse la cabeza contra la pared en el split del año pasado en el que, además, toda la frustración le causó una lesión que lo dejó fuera de combate durante un periodo de tiempo considerable.
Tampoco sé qué tipo de hombre es el día de hoy, pero mientras él “disfruta” de la torre Eiffel (en una nueva edición de la Worlds), y nosotros sonreímos con nuestros comentarios que llenan la página de X de T1, me pareció justo hacer un poco más que mirar su éxito en las fotografías dónde lo encontramos indomable.
Acerca de la figura del gamer campeón y la destrucción de nuestros principios como loleros
Quisiera recordar a nuestro querido jugador que llegó solo a la cima y por ello se le reconoce como The Demon King, pero cuya imagen se desdibuja. Comienza a representar todo lo que habíamos jurado odiar como comunidad. ¿Qué sucede, Faker?
Quizá todo se reduce a la oportunidad perfecta para que los tóxicos loleros nos congraciemos con el hoy y dejemos el hate ante las imposibilidades de la belleza y bondad hegemónicas que parece presentar Faker actualmente. ¿O es cliché que amamos lo que no podemos poseer? La belleza hegemónica e ilusoria de los ídolos de k-pop, por mencionar algo.
Que nadie me malinterprete, tanto ayer como hoy, los jugadores hemos sabido apreciar a Faker por sus habilidades, por sus maneras (los agradecimientos que ofreció en línea desde sus primeros pasos). Los jugadores lo acompañamos durante su travesía en nuestro corrupto mundo que es League of Legends. No está mal que luzca distinto, si él quiere lucir así. Está perfecto. Siempre has estado perfecto.
Hay razones por las que debemos recordarle a Faker que lo tenemos en alta consideración desde el principio de los tiempos. ¿Lo recordará o ahora sólo se maneja por las imposiciones de la mercadotecnia que se nota asfixiante a kilómetros?
League of Legends: El boost que se le dio a Faker
Faker como titán de los esports tiene diferente tipo de audiencia. Por un lado está el team fanático, también el team hater (que quiere pierda y se jubile), y desde luego, los jugadores que dicen “ni te topo”. Porque sí, así es la vida. Nadie es el centro del mundo, aunque Faker, podría estar próximo a serlo…
Sabemos que Corea del Sur tiene la mejor infraestructura para los esports, desde la cultura de los fanáticos hasta el apoyo del gobierno y de las agencias, el futuro de los deportes electrónicos se sostiene especialmente en China, Japón y Corea del Sur (con sus excepciones: ya sabemos que Pokémon, Yu Gi Oh, los shooter o los videojuegos de peleas tienen diferentes y muy particulares comunidades de jugadores profesionales). Sin embargo, para League of Legends el asunto es ése y los titanes son “los mismos de siempre”.
Faker comenzó con un espíritu fresco y joven, en los videos más “antiguos” aún podemos verlo con una sonrisa enorme y algo nerviosa, con un color de tez apiñonado y una sonrisa descompuesta, un cabello descuidado y siempre una amabilidad inmejorable.
Sin embargo, ahora, si bien encontramos su amabilidad, siempre agradeciendo los gestos de los fanáticos y de los medios (siempre, incluso cuando el mismo League of Legends era un pequeño grano de arena en el océano de los MOBA), ahora luce completamente diferente.
Ni siquiera se le nota el estrés en la tez en las fotografías de propaganda, pero en la arena, es imposible de ocultar. No obstante, Faker se congela en la propaganda de la Worlds con una perfección increíble.
Hoy vemos perfectamente a una persona de tez luminosa, de mirada de silencios, de sonrisas que únicamente consideran momentos especiales. Lentamente, Faker se convierte en el verdadero rey de League of Legends, pero no en el mejor sentido, a final de cuentas, sí Heavy is the Crown; y al parecer hay varias demandas al respecto.
Faker tiene un papel muy interesante —junto a todos los jugadores de League of Legends—, los loleros regresan a la arena para ser especialmente íconos, sus fotografías están llenas de drama, de glamour, de juegos con la luz y objetos carísimos en su entorno.
La ostentación de nuestros queridos jugadores, que ahora nos muestran mucho de un show que, definitivamente disfrutamos y agradecemos, pero que a su vez, aterra que comience a desdibujar el verdadero camino que nos une como comunidad de League of Legends.
Bueno ya, siendo sinceros, somos una de las peores comunidades, pero aún así, teníamos nuestra esencia que comienza a sostenerse en pilares más desastrosos que los que creamos por nuestra cuenta.
Ahora es complicado distinguir a Faker de los ídolos o de los mismos actores de la industria de Corea del Sur. La ideología de la imagen también llegó a los más “marginados”. Ver hacia atrás complejiza nuestra arena actualmente. ¿Faker sigue siendo Faker?
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Heavy is the Crown — Ahora, Faker es…
“Perfecto”, sí, pero no de la manera inicial en la que lo reconocimos. Antes lo era porque representaba lo que éramos los jugadores (entre comillas jaja clara diferencia entre los jugadores de Corea del Sur y los de México, por decir algo).
Ahora, Faker es perfecto en sí.
Ajá, no ve anime, no bebe cerveza, no está interesado en chicas, le gusta leer, es muy amable, bastante serio, le gusta el ajedrez y es un jugador hiper habilidoso. En otras palabras, y si no has visto un k-drama, ve el que sea, la fórmula siempre es la misma. Y justo, no se limita a cómo luce, sino que de alguna manera extraña, el arquetipo del galán que ignora al mundo, ha sido encarnado en Faker.
No sería queja si siempre hubiera sido así, pero bastan dos segundos al pasado para ver un joven (sí, desde luego, pasaron años, lo reconozco, Faker cambió con naturalidad) muy distinto a lo que es nuestro jugador hoy; y bueno, ya sabemos que League of Legends quita las ganas de vivir, ja, y en definitiva, nuestro Demon King sonríe menos, ¿será porque jugó demasiado LoL o porque el arquetipo de galán es así?
Es algo que nunca sabremos con seguridad. No obstante, el cambio de Faker ha jugado con toda la imagen del show que nos gusta, para comenzar: las animaciones en las cinemáticas con el himno de Worlds (otro gran asunto).
En la última, justamente Faker es representado como el rey, previo a ello, lo vimos en propaganda de autos lujosos, cada faceta causa emoción (muy fifas de nuestra parte), y cada una de las poses te hacen apreciar su presencia gamer un poco descolocado en escenarios que jamás habríamos considerado.
Por un lado, las posturas, los gestos y la ropa se imponen, mientras que, por otro lado, el skin care reluce y la luz sobre su rostro apunta para fotografiar a un modelo.
Sí, no estamos errados: un modelo de gamer en todo sentido y lo suficientemente aspiracional, particularmente para todas las preocupaciones estéticas que genera actualmente Corea del Sur.
Jamás sabremos si los cambios de Faker han sido conscientes, aceptados amablemente o si han sido guiados por la industria cultural y económica en la que, cabe destacar, todos estamos inmersos. Si Faker sigue siendo Faker, ¿cuánto tiempo más podrá permitirse serlo?
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